El racismo es una actitud discriminatoria que consiste en considerar que las personas que tienen unos determinados rasgos físicos, como por ejemplo un tono de piel diferente, son por ello inferiores intelectual, social y moralmente al resto de personas que no tienen esos rasgos. En este sentido, una persona racista tiene la creencia de que existe una jerarquía de razas humanas inmutables con determinadas diferencias genéticas.
El niño es un ser
racista debido a la influencia dentro de cada familia y a pesar de que nos encontramos en el siglo
XXI, todavía persisten en la mentalidad de muchas personas los pensamiento
racistas. Este pensamiento de niños y niñas forma parte de un sistema de
pensamientos que frente a los avances de la igualdad de los géneros y el
respeto a las diferencias, tiende a endurecerse cada vez más.
Es vital
concientizar y psicoeducar a los adultos
acerca de la gran importancia que poseen sus palabras, que son reflejo de
pensamientos y creencias que ayudan a forjar los pensamientos e ideas de los
hijos. Y si los adultos no aprender a respetar la igualdad de las personas y
respetar las diferencias, es muy difícil decirle a los niños que aprendan a
respetar a los extranjeros, es decir, a discriminar a la gente que no es de su
país.
Para poder
transmitir el concepto de igualdad y de respeto a la personas, hay que tener en
cuenta que es una forma de pensamiento que se encuentra dentro del interior de
cada familia.
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